Alejandra Kamiya, una reseña de sus cuentos.

Alejandra Kamiya, es una escritora argentina nacida en la década del 60, con una manera particular a la hora de redactar sus cuentos, la cual permite la libertad de interpretación del lector como así también una descripción de su vida narrada en sus historias. Esa luz distintiva en su forma de narrar proviene de un origen oriental de parte de su familia, una forma de describir y ver la vida desde su propia perspectiva, desde lo que busca interpretar de cierta manera. Su vida desde esa dualidad que siempre se marca de lo occidental y lo oriental, de una cosa o la otra.

 Sus increíbles y atrapantes cuentos tienen la particularidad de trasmitirse e boca en boca, no es el marketing lo que la caracteriza, sino tocar la sensibilidad de los lectores, llegar a ellos, atraparlos y envolverlos en esa bella lectura.

En su obra “partir”, Alejandra reflexiona sobre lo que significa este partir como un verbo; un verbo que se expresa como una forma de marcharse o alejarse de un sitio, pero también nos habla de romper, de fraccionar en partes. Y en base a ellos nos refleja su historia vida como hija de inmigrantes japoneses en Argentina, que no pertenece a ningún sitio, pero pertenece a ambos lugares al mismo tiempo. Se encuentra envuelta en una encrucijada entre culturas, costumbres y vivencias diferentes donde no encuentra una forma de sobrellevar la vida, y toma el rumbo de hacerlo mezclando y nutriéndose de una y otra de esas bellas culturas que le pertenecen.

Por ello mismo, va a definirse a ella misma con el termino de “half”, mitad en inglés. “Así que soy half. Soy japonesa en Argentina y argentina en Japón, así, con las minúsculas para mí y las mayúsculas para el país"; tratando de explicar la forma de ver sus orígenes y lo distinto que puede ser para una persona inmigrante sentirte parte de un solo lugar o de varios al mismo tiempo, compartiendo diferentes culturas, pero no olvidándose de sus raíces.

Para concluir, me parece apropiado agregar que los cuentos me gustaron mucho. Quede atrapado bajo la literatura de Alejandra, su forma de narrar, de hacer sencillo lo que cuenta, de traer a la mesa historias tan cercanas y cotidianas a uno, pero que a la vez son tan ajenas, hace que sus cuentos sean fabulosos y den ganas de seguir leyendo.

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